jueves, 26 de noviembre de 2009

Ante las separaciones de parejas con hijos: ¿qué papel juega usted?

Escribí estos días sobre la situación de las familias en las que los padres deciden separarse. Tras ello, he llegado a una entrevista de Ima Sanchís en 'La contra' de La Vanguardia a Elvira Rodríguez. En ella, esta abogada plantea las ventajas de la custodia compartida, pero no solo eso: también la comunicación, el sentido común, los acuerdos, el reparto equitativo de tareas, la cooperación, que sean los propios progenitores los que regulen cómo va a ser la familia después de la separación y el objetivo final: la estabilidad de los niños.

Entrevistadora y entrevistada abordan la cuestión de lo lógica que parece la custodia compartida... Creo que estaremos todos de acuerdo en que hacen falta nuevos modelos y respuestas a las distintas realidades que se producen en el seno de una familia. Estas respuestas, únicas, que tengan en cuenta a todos y que se adapten a la realidad cambiante debería ir todavía más allá de los acuerdos judiciales: debería pasar por nuestra vida y la de nuestros hijos, respondiendo al sentido común, al amor por ellos y al respeto por los progenitores. Para que estos cambios necesarios puedan ser posibles es necesaria la cooperación de toda la sociedad, no solo de las parejas. Es necesario un cambio de perspectiva. Mi objetivo es cuestionar el actual estado de cosas respecto a las separaciones: no funciona y muchas personas sufren gratuitamente. ¿Cómo podríamos restaurar el sentido común?

Carta al ser humano que somos

Un día, escuché a un padre explicarle a su pequeña cómo fue que ella nació…

“Papá y mamá decidieron tener un hijo. Para ello, cada cual puso un poco de su corazón y, juntando los dos, nació el tuyo. Ese corazoncito que tú tienes contiene luz: la que traías cuando llegaste a nosotros y la que mamá y yo pusimos en él. Los dos sabemos que ese corazón lleno y entero te guiará a lo largo de tu vida. Cuando el corazón de un niño se rompe, se escapa su luz, y puede perderse. Lo último que mamá y yo desearíamos para ti es que te perdieras en la vida o te sintieras desamparada. Por eso, cada día alimentamos la chispa que te ilumina y la animamos a guiarte para que siempre sepas por dónde vas y nos sientas cerca de ti. Ella preguntó qué puede romper el corazón de un niño y él le contestó que – entre otras cosas- perder el calor de su papá o de su mamá”




Esos padres, hoy, viven separados, pero el corazón de la niña permanece entero y luminoso. Disfruta de sus padres, de sus atenciones, en sus momentos importantes, en su educación, en sus cuidados diarios. No es el acuerdo de separación el que guía qué hacer y cómo atender a la niña, es ella (y el sentido común de todos) el que orienta a esas personas que un día estuvieron desorientadas. La pequeña les anima a hablar y a ponerse de acuerdo. Les pide verlos a los dos a la vez y compartir con ambos los momentos que sean posibles. En esa organización familiar hay más personas: un nuevo hermano, las nuevas parejas de los padres… y el resto de nueva familia. Son un caso atípico, ¿cómo es posible?

La propuesta de este artículo es hacer pensar al lector durante unos minutos, centrando la atención en la posición que mantenemos ante las separaciones familiares. Hoy no me refiero a los casos extremos, a las situaciones excepcionales y/o patológicas. Me estoy refiriendo a la mayoría de separaciones actuales: gente normal que deja de relacionarse normalmente.

Ante una separación difícil: ¿es consciente de su posición, de sus palabras, de sus actos y de cuál es su influencia en esa situación? ¿Cuál sería su mejor actitud en beneficio de la salud emocional de las criaturas que están en medio de un proceso así? ¿Qué sucede en nuestra sociedad para que los padres separados tengan intratables o frías relaciones y sea eso algo tan generalizado? ¿A nadie le sorprende? Algo falla, de forma extensa y está en las vidas de la mayoría de nosotros. Andamos preocupados por éste mundo en el que se comenten desmanes, injusticias y derroches. Muchos de esos desmanes suceden cerca de nosotros y es posible que estemos colaborando a la sinrazón sin darnos cuenta.

Para separarse, es necesario separar. Es difícil cualquier tipo de reparto. El reparto de la vida en común con los hijos es el más duro, y siempre afectará, tanto a los niños como a cada uno de los padres. Las pérdidas perjudican a todos, mitigarlas en la medida de lo posible se convierte en un acto de responsabilidad. También es una oportunidad de recomenzar, sin cargar con lastres innecesarios y problemas evitables. Solo queda hacer una buena gestión para que la rotura de la unidad familiar sea lo menos dolorosa posible, garantizando, en primer lugar, el derecho de los niños a tener padre y madre en las mejores condiciones posibles. Eso siempre dependerá de nosotros.

¿Con qué choca una buena separación y gestión de la nueva familia? ¿Choca con el reparto de los muebles y las propiedades? Uno puede convertirse en sus cosas, dejando de ser lo más importante que debe ser: PADRE O MADRE. Dirimir las cuestiones materiales debe hacerse en otra instancia, que no es la misma que aquella en la que se dirime el derecho al amor y a tener padres en las mejores condiciones que tienen los hijos. Ante una separación se abren muchos frentes a la vez que, en muchos casos, arden con furia y también con desesperación. Cuando una pareja con hijos se separa, también se separan todos los miembros de la familia.

¿Cómo incidir positivamente en esa realidad que nos afecta directamente de una u otra forma? Es tiempo y oportunidad de actuar: nada ni nadie nos impide cooperar, tomar responsabilidad con nuestras vidas y con las de los que amamos y mejorar lo mejorable.

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