"El compromiso de la familia con los logros y el bienestar de sus hijos mejora su rendimiento académico y su desarrollo emocional."
La participación y la implicación de las familias en la educación de los hijos y en la escuela, también incide en las escuelas: mejora el
clima en ellas y en las aulas. Ello afecta a los docentes, que
reducen su estrés y mejoran su bienestar emocional. En definitiva, con una
eficaz implicación de las familias, mejora el rendimiento académico de los
alumnos en un 30%. Del mismo modo, tener familias implicadas, también supone un
impacto en el centro educativo. Ello supone que aquellos alumnos que se mueven
en un nivel de suspenso pueden pasar a aprobar y aquellos alumnos que se sitúan
en las zonas medias, pueden llegar a ser excelentes en sus notas. Más
beneficios: en Estados Unidos se estima que el impacto económico en el centro
educativo de cada familia implicada equivale a 1000$. Hagan sus cálculos: la implicación nos beneficia
a todos, de muchas formas.
Más de 40 años de investigaciones en todo el mundo, así lo demuestran.
"A pesar
de lo que ya sabemos, la estrategia y el compromiso con la implicación de las
familias en los centros y en los hogares, raramente se activa."
Escuela y familia deben caminar de la mano, crear continuidad
entre una y otra, si queremos reducir el fracaso escolar y el abandono
prematuro de los estudios. Cuando las familias se implican, los hijos se
mantienen durante más años en el sistema educativo, alcanzando mayores niveles
de graduación educativa.
El desarrollo de la implicación familiar no puede depender,
solamente, de la decidida apuesta de algunos profesionales, de forma
particular, o como la concreta opción de un centro educativo. A menudo,
aquellos centros que tienen altos niveles de participación familiar y un buen
desarrollo de estrategias de implicación familiar eficaces, dependen de la
especial sensibilidad o cualificación de los profesionales o de avanzados
proyectos educativos. Está ampliamente demostrado que la implicación familiar
eficaz es una de las claves de mejora de los centros educativos. Dejar en manos
de la voluntariedad de los docentes el desarrollo de la implicación familiar,
sin darle un adecuado respaldo y desarrollo desde el sistema en su conjunto,
supone incurrir en un aumento de la desigualdad. Si la administración educativa
no impulsa y desarrolla programas de implicación y participación familiar, ésta
práctica una dejación de responsabilidades que beneficia a los centros y
familias con mejor nivel socioeconómico.
Sabemos que la implicación y el soporte familiar es fundamental:
impulsemos su desarrollo en cada centro. ¿Se imaginan que la práctica
médica dependiera de la voluntad personal de los médicos o de su especial
sensibilidad y que aquellas intervenciones demostradas científicamente dejaran
de aplicarse por falta de una buena regulación legal o administrativa? ¿Se imaginan
que un/a ginecólogo/a pueda decidir, según su criterio, si las mujeres pueden o
no pueden hacerse una revisión ginecológica anual o bianual a través de la
seguridad social? Que la participación e implicación eficaz de las
familias deje de depender de las buenas voluntades: es un derecho que tienen
todos los niños y jóvenes.
¿De quién depende la implicación eficaz de las familias?
"Los principales actores que activan la implicación de las familias son los
docentes y los propios estudiantes."
Hoy nos centraremos en el papel que juegan los docentes.
¿Cómo
conseguir que las familias se impliquen de forma eficaz?
¿Qué
podemos hacer los docentes?
En primer lugar, es necesario que tanto las familias como
los propios docentes conozcan las evidencias: cuando las familias se
implican eficazmente, mejora el rendimiento de los hijos y el bienestar.
Clarificar las expectativas de implicación. Si sabemos que es
fundamental la implicación eficaz de las familias, los docentes debemos dar a
conocer a todas las familias del centro y del aula que su implicación es
necesaria y bienvenida.

"Las familias deben sentirse bienvenidas por el centro e invitadas a participar y a implicarse."
La importancia del aula en el centro educativo. Si existe una
figura fundamental y clave en un centro educativo ésta es la figura de los
tutores y tutoras. Si existe un espacio fundamental en la escuela, ésta es el
aula, donde los estudiantes pasan la mayor parte de su tiempo. Las estrategias
concretas de desarrollo de la implicación familiar deberían centrarse,
fundamentalmente, en las aulas. Cada aula debe desarrollar las estrategias que
favorezcan la participación e implicación familiar desde la proximidad y el
contacto a través de cada alumno y alumna. Una estrategia clave pasa por el
desarrollo de los delegados y delegadas de clase, más de uno/a, a poder ser.
Otras estrategias pasan por los propios alumnos: quienes tienen más poder para
traer a las familias a los centros son los propios alumnos. Creemos alianzas
que pasen por los intereses, necesidades e invitaciones de los hijos a sus
padres: - Papá, mamá, venid al cole. ¿Quién se resiste a una invitación
ilusionada de los propios hijos, sobre todo, si ésta está avalada por el centro?
Desarrollar programas de implicación familiar. Si queremos
que algo suceda, debemos darle espacio y cultivarlo. Si queremos desarrollar la
participación e implicación familiar, debemos cultivarla, enseñarla,
acompañarla. Un centro educativo que se lo proponga puede desarrollar altos
niveles de participación en, solamente, un par de cursos. La participación e
implicación se desarrolla en un centro cuando existe voluntad de los docentes y
del equipo directivo. Del mismo modo, el principal escollo para su desarrollo
pueden ser también los docentes y los equipos directivos: ¿cuál es vuestra
opción?
Las familias deben ser orientadas y acompañadas. El hecho de
convertirnos en padres no nos habilita directamente como tales para hacerlo lo
mejor posible. Los padres no recibimos formación para acompañar a nuestros
hijos en un sistema educativo y social que funciona con unas determinadas
normas de juego. Es necesario que los docentes, aquellos que conocen el
funcionamiento del sistema, enseñen las reglas y secretos del sistema para
acompañar a los hijos en las distintas etapas y circunstancias. Sabemos que el
sistema beneficia de forma casi vergonzosa -con el beneplácito a menudo
inconsciente de muchos docentes y familias- a aquellos alumnos que pertenecen a
familias con más recursos económicos y/o mayor nivel formativo. Una buena
y eficaz implicación puede salvar estos condicionantes: hacen falta acciones
compartidas con las familias.
- Impulso de programas de lectura compartidos con las familias
- Charlas específicas de los docentes a las familias: cómo dar un buen
soporte a los hijos con los deberes escolares.
- Impulso de la escuela de padres en el centro, en colaboración con el
AMPA, municipio, etc.
- Impulso de la formación de las familias en otros ámbitos: informática,
idiomas, redes sociales, uso del móvil como soporte a su función de
acompañamiento,...
Momentos clave. Existen momentos en que las familias son más
susceptibles de implicarse, hemos de aprovechar esas ventanas de oportunidad.
Algunos momentos y espacios clave:
- P-3: la llegada al centro educativo. En educación infantil debería
haber un programa específico de acogida de las familias.
- Llegada de las familias al centro educativo en otros cursos. Hay que
enseñar a todas las familias que se incorporan a la escuela o instituto, las
claves de la participación en el centro y en sus hogares.
- Cambio de nivel educativo: el paso de infantil a primaria, el paso de
primaria a secundaria, el paso de la ESO a ciclos o bachillerato. Estos
momentos son especialmente críticos y es necesario el acompañamiento eficaz de
la familia para evitar el fracaso, el abandono o la desmotivación.
- Secundaria. En secundaria, la familia todavía continúa siendo importante. Considero que la secundaria tiene un gran escollo que solucionar: el papel de las familias en los centros y el papel de las familias en el hogar, que debe ajustarse a las nuevas necesidades.
Evitar el efecto Mateo. Cuando se toman medidas para mejorar el
sistema, acostumbran a beneficiarse quienes tienen más recursos o quienes menos
lo necesitan. Es necesario que las acciones se dirijan a todos los alumnos,
pero será necesario que desarrollemos acciones específicas para los alumnos y
familias que más lo necesitan: alumnos y alumnas con dificultades de
aprendizaje, familias inmigrantes, familias con menos recursos económicos,
alumnos menos implicados en el proceso educativo. Y luego, para todos.
Estas son algunas propuestas que pueden ser impulsadas y desarrolladas en
cualquier centro educativo, independientemente del entorno socioeconómico: dependen
más de la voluntad de todos los actores que de las condiciones de la
escuela.
La implicación eficaz de la familia solo se desarrollará en su máximo
potencial si unimos todas las fuerzas: equipo directivo, docentes, técnicos
municipales, AMPA, comisiones de trabajo, delegados y delegadas de clase,
claustro, alumnos y alumnas... para llegar a todas y cada una de las
familias.
El centro que activa eficazmente la implicación y participación familiar
conseguirá, siempre, mejores resultados: en rendimiento, en bienestar y en
apego de los alumnos al centro y a la educación.
Este artículo ha sido escrito por la demanda de familias y AMPA que no disponen de argumentos para convencer a equipos directivos y docentes de su papel clave en el impulso de la participación de las familias en los centros y en los hogares. He podido constatar que aún nos queda mucho que hacer desde los centros. Es necesario que la participación esté sobre la mesa de los claustros y que todos los alumnos puedan disfrutar del derecho a ser bien acompañados por sus familias y a tener una saludable vida escolar. Disminuir el fracaso escolar con pocos recursos es posible cuando se cuenta con las familias como aliados fundamentales.
¡Espero vuestros comentarios!
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