martes, 11 de septiembre de 2012

Los rituales cotidianos protegen la salud emocional de nuestros hijos

Los rituales son actividades que se repiten regularmente. Nos ayudan a estar en contacto con nosotros mismos o con los que nos rodean. Permiten tener una sensación de estabilidad y predictibilidad. Estos rituales, repetidos en la vida familiar, permiten a los niños tener referencias y actividades que se repiten y que les acompañarán durante el resto de sus vidas. Si los rituales que sigue una familia tienen por objeto evitar problemas, debemos desarrollar hábitos o rituales regulares que nos ayuden a generar estabilidad y conexiones con las personas y lugares importantes de nuestra vida.  

Escuchando a otros adultos, se rememoran recuerdos parecidos a los que siguen: 

- Cuando éramos pequeños, mis padres nos llevaban a pasear por el Montseny todos los domingos por la mañana.
-  Cuando llegaba el fin de semana, los viernes por la noche, después de cenar, todos tomábamos una taza de chocolate caliente. Notar el calor de la taza en mis manos y compartir todos la misma acción, alrededor del fuego, nos hacía sentir que pertenecíamos a algo protector y poderoso.
- Mi madre hacía su café antes de levantarnos y lo tomaba mientras escuchaba la radio. Me despertaba con el olor a café y los pasos de mi madre en la cocina. Siempre que noto el aroma del café recuerdo aquel calor en mi cama y la presencia de mi madre en la cocina.

Las investigaciones de Steve Wolin se centraron en los hijos de familias alcohólicas, cuyos hijos no habían desarrollado problemáticas, frente a aquellos que sí habían desarrollado desórdenes importantes en su vida adulta. Las chicas y los chicos que no desarrollaron algunos de los clásicos problemas de hijos de alcohólicos compartían algunos elementos de protección. Uno de ellos era que sus familias, a pesar de los problemas que presentaban, tenían rituales de conexión y estabilidad que seguían intactos a pesar de los problemas que presentaban. Celebraban cumpleaños y días festivos, leían o contaban cada noche historias antes de irse a dormir, salían a comer al campo de vez en cuando, participaban en actividades religiosas o sociales, etc. Los rituales de estabilidad y conexión desarrollan la resiliencia, la capacidad de sobreponerse a las adversidades. Esta capacidad se puede desarrollar a través de acciones que podemos elegir para sobrevivir, crecer y aprender de las dificultades de la vida. Wolin y Sybil plantean siete clases de resiliencia: perspicacia y autoconocimiento, independencia, relaciones, iniciativa, creatividad, sentido del humor y moralidad. Los rituales benefician fundamentalmente las relaciones, pero también pueden desarrollar otras habilidades, como las narraciones que permiten afrontar con humor las adversidades y aprender a reírse de los propios errores, sin dramatizar. O las actividades que fomentan la creatividad, la práctica de diversas formas de solucionar los retos o los problemas, etc...

¿Cuáles son los rituales de nuestra familia?
¿Qué valores desarrollan? ¿Qué valores o fortalezas desearíamos desarrollar en nuestros hijos a través de ellos?
¿Qué rituales valdría la pena desarrollar para facilitar la armonía, las conexiones de la familia y las fortalezas personales de nuestros hijos?
¿Podríamos aplicarlos para desarrollar el hábito lector, el interés por aprender o que la hora de los deberes sea un momento dulce? ¿Cómo podríamos ayudar a nuestros hijos?

Posiblemente ponerles un tazón de leche calentita antes de hacer los deberes o establecer rituales que faciliten aquello que necesitan (seguridad, paz, relajación), sentarnos todos juntos a hacer tareas (unos pintan, otros ordenan facturas... en un silencio acogedor acompañado de música suave que guste a todos),  facilite su conexión emocional con las tareas escolares. 

Ejercicio: recordar y reinstaurar hábitos regulares 

Piense cualquier actividad regular que haya practicado solo o con algún miembro de su familia. Ejemplos: ir al cine, leer algún libro (en voz alta, acompañados o bien solos), pasear, correr, hacerse masajes mutuos en los pies, jugar a juegos de mesa después de la cena, etc.. 

En sus circunstancias vitales: ¿qué rituales les ayudarían a mejorar aquello que precisa ser mejorado?¿qué ritual podría comprometerse a celebrar de forma regular durante el próximo mes? Debemos comprometernos escribiéndolo o comentándolo a otras personas. Si deseamos hacerlo con nuestros hijos, implicarlos emocionalmente, haciéndoles participar y decidiendo conjuntamente o bien haciendo propuestas que les enganchen (¿qué os parece si este mes salimos con las bicicletas todos los sábados por la mañana?). Pasado el mes, contrastarlo en familia y analizar qué ha sucedido consigo mismo o con las personas implicadas. Si algo no es adecuado, ajustarlo.


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